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“El miedo con el que se habita”

Durante este tiempo de aislamiento, muchas mujeres, niñas, niños y adolescentes quedan atrapados con sus agresores. Además, las restricciones de movilidad impiden que las víctimas de violencia puedan acceder, efectivamente, a medidas de protección.Les ilustramos con un ejemplo concreto:

Cecilia* tiene 23 años, y cuando tenía 12 años su abuelo abusó sexualmente de ella. Hace pocos meses, Cecilia le contó a su mamá lo que había pasado cuando era niña, sin embargo, ella no le creyó. Hoy, Cecilia, su mamá y su abuelo viven en la misma casa y están juntos durante el confinamiento.

Cecilia está desesperada, hay momentos en los que no puede dejar de llorar,ni meditar, ni ver la televisión. Nada le da tranquilidad durante estos días. Su único refugio es un encierro propio dentro del encierro: pasar el mayor tiempo posible todo el día y todos los días dentro de su habitación.

Antes de la emergencia sanitaria, Cecilia salía todas las mañanas a estudiar y trabajar. No estaba en su casa demasiado tiempo y no coincidía casi nunca con su abuelo, pero hasta hace cuatro meses, todo cambió y para Cecilia el encierro significa una elección entre dos males: afuera donde acecha la pandemia o dentro de casa en donde acecha la violencia sexual.

El caso de Cecilia es solo un ejemplo de cientos de conflictos que están enfrentando las mujeres en nuestro país. Tristemente se trata de un patrón que ya ha sido señalado como una preocupación por ONU Mujeres. En el informe Covid-19 en América Latina y El Caribe: “Cómo incorporar a las mujeres y la igualdad de género en la gestión de la respuesta a la crisis” dice que en la emergencia por la enfermedad causada por el coronavirus las sobrevivientes enfrentan más obstáculos para buscar protección por las restricciones de circulación.

Definitivamente el confinamiento le está dando poder a los abusadores. También ha desarticulado muchas redes de apoyo, ya que haciendo difícil a las víctimas pedir ayuda o escapar. Ej. muchas familiares están en el interior del país o ya no puede pasar un rato en la casa de la vecina para evitar pasar mas tiempo con el ahre

Según un informe de 2018 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, (UNODC por su siglas en inglés), el lugar más peligroso para una mujer es su propio hogar. En 2017 a nivel mundial, seis de cada 10 femicidios fueron cometidos por la pareja o familiares cercanos de las mujeres y las niñas asesinadas, esto representa una condición preexistente que se agrava aún más en el contexto de esta emergencia sanitaria.

Otro tema que resulta de gran preocupación es que las mujeres y las niñas continúan realizando más de las tres cuartas partes de la cantidad total de trabajos de cuidados no remunerados. Y, la mayoría de las mujeres que contaban con trabajos de cuidados remunerados, lo han perdido durante esta pandemia o se encuentran con suspensión de contratos, situación que afecta directamente a sus familias, tomando en cuenta que el 63% de los niños en hogares monoparentales están a cargo del cuidado de sus madres. Esta realidad aumenta la pobreza y la desigualdad, ya que priva a las mujeres de la oportunidad de contar con seguridad social y servicios de salud básicos,.

Desde Fundamorgan seguimos impulsando la iniciativa #RespiraSinViolencia, reforzando los mensajes hacia la corresponsabilidad en el hogar y redoblando la labor informativa sobre los servicios de atención y protección a las mujeres víctimas de violencia de género.

Durante los meses de junio y julio recibimos más de 3,000 visitas a nuestro perfil de redes sociales con un alcance de 59,437 personas. Nuestras publicaciones se han convertido en el espejo para dar visibilidad a la campaña de sensibilización sobre el «El impacto diferenciado del Covid-19». En adición, tuvimos intervenciones en prensa, radio y televisión durante todo el mes de julio.

Ha sido gratificante, además, escuchar los testimonios de algunas de las 82 mujeres que han confeccionado alrededor de 11,000 mascarillas de tela, como parte de la campaña #RespiraSinViolencia. Esta actividad les ha permitido generar ingresos para el sustento de sus familias, así como solidarizarse con los miembros de su comunidad que no tienen la posibilidad de comprarlas, donando también muchas de las mascarillas que han confeccionado.

Seguimos construyendo redes de apoyo que permitan que las mujeres estén más cuidadas durante estos días, velando por su seguridad y la de los niños, niñas y adolescentes que viven con ellas.

*Cecilia es un nombre ficticio

 

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